La psicología sabe que hay dos aspectos fundamentales para el éxito en cualquier acto terapéutico, más allá de la técnica escogida. Estos aspectos provienen de las características personales del terapeuta y el cliente, así como de la relación que se establece entre ellos.
- La disposición del cliente, o su capacidad para dejarse ayudar y para realizar cambios positivos en su vida.
- La empatía, el vínculo que se establece entre ambos, la capacidad del terapeuta para escuchar, respetar, valorar, y en definitiva amar, a su cliente.
El primer aspecto depende fundamentalmente del cliente, pero existen diversas maneras para ayudarle a mejorar su disposición. reconociendo sus resistencias, comprendiendo sus dificultades, y dándole herramientas para la difícil tarea de dejar atrás momentos duros del pasado, de crear nuevos pensamientos, y realizar nuevos hábitos más saludables.
Cuando estamos ante un paciente, ya sea como masajistas, reikistas, naturópatas, etc., no estamos sólo frente a un cuerpo, si no también delante de una mente. El cliente que nos ve por primera vez va a analizarnos, a crearse una opinión sobre nosotros. ¿Será un buen profesional?¿Comprenderá lo que me pasa?¿Va a tratarme bien?
Mucho antes de poner las manos sobre su cuerpo, o de darle cualquier tratamiento que nos parezca adecuado, la curación se está dando a través de nuestro trato cordial, comprensivo y nuestra aguda visión. La mirada, la voz, los gestos, la escucha… tantos y tantos elementos que se ponen en juego en el arte de la terapia, y que podemos aprender a desarrollar.